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Hola a todos!

Voy a continuar con una descripción de tres estados particulares que se producen o que se pueden producir durante la práctica de la meditación.

Quiero remarcar esto de que se producen o se pueden producir porque a lo largo del tiempo, cualquier practicante puede beneficiarse de la meditación sin tener que experimentar estos estados. Puede que alcances lo que buscas (si es que buscas algo) sin tener que pasar nunca por un estado no dual. También puede ocurrir que entres en contacto con la mente original siempre que medites y nunca lo sepas sencillamente porque tu maestro no te lo ha señalado o porque lo llama de otra forma.

En definitiva, estas descripciones que voy poniendo aquí no deben servir a nadie como objetivo y espero que no genere ningún sentimiento de “fracaso” a aquellos que no os suenen de nada. La meditación es el camino de uno, y no todos tienen por qué pasar por los mismos sitios para llegar a su destino.

Os dejo con la entrada, y aquel que quiera leer mi entrada sobre los estados no duales, puede hacerlo aquí.
Foto de Nina en Flickr

La mente original. Si para mi, el estado no dual es progresivo (es menos dual cuanto menos yo existe), la mente original se tiene o no se tiene se habita o no se habita. Tras releer el párrafo he tachado las palabras porque, de acuerdo con los grandes autores de la tradición budista, la mente original habita dentro de todos nosotros. Todos tenemos la mente original, y todos podemos tener acceso a ella en cualquier momento. Lo que ocurre es que no somos diestros en encontrar un portal hacia ella. Normalmente (bajo nuestra mente ordinaria) actuamos bajo una serie de condicionamientos que se generan a lo largo de nuestra historia y que terminan por volverse automáticos. Todos estos condicionantes pueden ser prejuicios, miedos, expectativas y demás. Esta mente ordinaria es consciente de las cosas que ocurren, pero es un sentido de conciencia básico. Aquí ser consciente es equiparable a “llevar la atención a”. Es el estado habitual que en muchos textos equiparan a la metáfora de estar dormido.

A través de la meditación continuada podemos acceder a un estado de claridad mental en que los condicionamientos habituales no nos afectan. Para mi es como la mente de principiante, porque no hay dobleces, ni expectativas, ni miedos. La realidad es tal cual es. Es un estado que está activo o no, y en mi experiencia es equivalente a los momentos de claridad, cuando la confusión o embotamiento mental desaparece. Eso es el estado, el rigpa que llaman radiante supongo que es por su luminosidad. En el Dzogchen del Bon se le llama “el hijo”.

Cuando, desde ese estado, contemplas la realidad, las cosas tienen un sabor diferente. Yo lo asocio a la sensación de ver las cosas tal cual son. No hay interferencias emocionales, no hay rechazo ni apego a los estímulos, hay comprensión de lo que ocurre en ti y fuera de ti.

La diferencia fundamental es que desde el rigpa, desde la mente original, uno puede vivir el mundo, algo que no es posible desde el estado no dual pleno. Incluso en los estados anteriores al no-yo completo no puedes funcionar bien en el mundo. El ejemplo clásico es el que está tan concentrado construyendo su maqueta que no escucha el teléfono sonar.

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