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Efectos secundarios físicos

Cuando comienzas a meditar puedes notar que se producen cambios en las sensaciones corporales. La mayor parte de ellas se deberán a los cambios que se producen en nuestro sistema nervioso autónomo. Este sistema regula muchos aspectos básicos de nuestro cuerpo, como la temperatura corporal, el ritmo cardiaco o la sudoración. Sorprendentemente, la respiración juega un papel relevante en la regulación del sistema nervioso autónomo.

Con la meditación, la respiración cambia de manera progresiva y se hace más lenta y profunda, por lo que puedes sentir algunos efectos en tu cuerpo, como una temperatura diferente en algunas partes del cuerpo, aumento de saliva en la boca, lagrimeo, etc. Estas situaciones son perfectamente normales y no debes obsesionarte con ellas. Tampoco deberían ser un obstáculo para tu práctica. Si notas alguno de estos efectos durante la meditación, simplemente reconoce la sensación y trátalos como una distracción más, como cuando aparece un pensamiento sin avisar. Si, por ejemplo notas más saliva, tragas, y vuelves con la atención a la respiración.

Si las sensaciones físicas que percibes te resultan extrañas o te generan preocupación es importante disponer de alguien con más experiencia en la meditación para preguntarle y que te oriente. La meditación online y grabada es útil en nuestro ritmo de vida, pero estas herramientas no pueden sustituir la atención que te brinda un profesor cualificado.

Efectos secundarios mentales

Cuando meditamos puede que ocurran determinadas experiencias que nos pueden parecer extrañas. Estos efectos pueden ocurrir durante la meditación o justo después. Entre las experiencias que están descritas como habituales están la pérdida de la orientación espacial y temporal, sensaciones de estar inclinándose o cayendo y también sentirse un poco mareado.

Muchos de estos efectos están relacionados con la atención sostenida y constante de la atención en un mismo punto (como la respiración). Es lo que se conoce como meditación de concentración. Cuando nos concentramos mucho tiempo y profundamente, se producen efectos diversos en nuestro estado de conciencia. Si además lo hacemos con los ojos cerrados, puede que estos efectos se acentúen. Estas situaciones son también normales. No te obsesiones con ellos. Simplemente reconoce la sensación y prueba a abrir los ojos durante parte de tu práctica. O trata de reducir la intensidad de la concentración incluyendo algún elemento del ambiente en la meditación, como los sonidos de tu alrededor.

Recuerda que tu práctica debe reducir tus preocupaciones, no aumentarlas.

Si no dispones de una persona que te guíe en las meditaciones o quieres unirte a un grupo regular de práctica, contacta conmigo en jose@meditaminas.com. Actualmente estoy orientando varios grupos de meditación en vivo y puede que te interese incorporate en alguno.

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