Hace poco tuve la oportunidad de asistir a una conferencia de Allan Wallace en la universidad Complutense de Madrid en la que el traductor y presidente del Thanyapura Mind Centre, expuso su punto de vista sobre los procesos atencionales en la práctica de la meditación.
A continuación quiero compartir con vosotros algunos de los apuntes que tomé durante dicha conferencia.
Para Wallace, el proceso psicológico de la atención es uno de los puntos fuertes de la práctica del mindfulness y la razón por la que está teniendo tanto éxito en el mundo actual. Parte Wallace de los desórdenes de la atención que vivimos en la sociedad moderna. Una sociedad que, por defecto o por exceso, no sabe manejar correctamente la atención.
El ciclo de vida moderno está basado en una hiperactivación atencional. Desde que nos levantamos por la mañana estamos bombardeados por estímulos que luchan por captar nuestra atención. Entramos en un modo hipervigilante durante nuestra jornada laboral y, como la atención es un recurso limitado, llega un momento en que la atención se cansa y terminamos exhaustos. Entramos entonces en un ciclo de déficit de atención / exceso de atención hasta que, al final del día nos acostamos, recuperamos fuerzas, y al día siguiente volvemos a repetir el ciclo.
Para Wallace, una de las bondades de la meditación mindfulness consiste precisamente en entrenar nuestra atención ejecutiva. Defiende que de la misma forma que vacunamos a los niños contra las enfermedades deberíamos dotarles de herramientas como la meditación para prevenirles contra estas formas de «enfermedades de la atención».
Wallace equipara las herramientas del mindfulness con las técnicas de control cognitivo que se enseñan en psicología, y durante una parte de la conferencia explicó los beneficios de este tipo de técnicas cuando se comienzan a practicar desde edades tempranas. Como ejemplo clásico, utilizaba el estudio de retraso de la gratificación del «marshmallow test«, en el que se pudo constatar que los niños que retrasan la gratificación obtienen un mayor éxito académico, mejores puntuaciones en inteligencia emocional y una madurez emocional más sólida.
Parece ser que desde el punto de vista neurofisiológico, el control cognitivo se incrementa de manera natural hasta los 12 años para después estancarse, por lo que el entrenamiento de esta capacidad puede ser un elemento clave para los niños. Wallace usaba una metáfora muy interesante:
«En el colegio da lo mismo que tengamos al mejor profesor del mundo si los niños a los que trata de enseñar no prestan atención; es algo así como ir a un restaurante de varias estrellas Michelín con los labios sellados; no podrás disfrutar de la comida»
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