¿No te pasa que cuando ves a gente famosa en la televisión ya les ves igual? Me preguntaba Ana tras la clase del otro día. Resulta curioso descubrir los cambios que se producen en uno mismo, porque son tan graduales, tan “pasito a pasito” que no te das cuenta de que se están produciendo. Uno de esos cambios, como apuntaba Ana, es sobre la percepción de la gente.
A mí me ha pasado algo parecido, y le comentaba a Ana mi experiencia en el trabajo. En la consultoría, el estatus es muy importante, en parte porque nuestro trabajo está muy relacionado con la confianza de los clientes. Por eso en este tipo de empresas utilizan muchos símbolos para realzar ese estatus (ir siempre de traje es otro ejemplo de esto). Los jefes en mi empresa se han esforzado mucho por mantener un estatus y hasta ahora les veía distantes, como si pertenecieran a otro mundo, a otra clase social a la que no tenía acceso.
Sin embargo, desde hace un tiempo, la percepción que tengo de ellos ha cambiado. Como bien apuntaba Ana con los famosos, es como si les vieras más cercanos, gente como tú y como yo, lo cual, paradójicamente, es más cercano a la realidad.
Al fin y al cabo, tanto los jefes como los famosos nacieron como tú y como yo y tuvieron una infancia, como todo el mundo. Son personas, ni más ni menos, y como el resto de personas tendrán sus bondades y sus defectos. La diferencia es sólo una cuestión de conceptos, de construcciones que hemos hecho en nuestras cabezas y parece que la práctica continuada debilita la fuerza de esas construcciones.
Me recuerda un poco a la peli de “El Príncipe de Zamunda” de Eddie Murphy (o cualquier otra del mismo estilo): un príncipe de un país remoto llega a una ciudad donde nadie le conoce y la chica se enamora de él porque no percibe la barrera de su rol de rey, conecta con la persona.
Cuando prácticas la ecuanimidad, tienes delante a la persona, no al rol que desempeña, sea este un rol de jefe, de famoso o de autoridad. ¿Será esto el inicio de lo que llaman los budistas la Visión Verdadera?
Me ha gustado la entrada. Yo tengo la misma vivencia, la caída de las barreras perceptivas parece producirse poco a poco como una «pendiente» pero ocasionalmente, hay un momento de caída de barreras brusca, como en «etapas» o «escalones», donde inesperadamente algo importante deja de verse como se veía antes y para siempre.
¡Efectivamente! Además, los cambios que nos produce la meditación los podemos ver en aspectos fundamentales de nuestro ser, como en las relaciones con los demás, nuestra percepción o nuestras ideas sobre el mundo… quizá porque afecta a cosas tan críticas o vitales está siempre ese recordatorio de meditar en un sangha. Por eso tiene tanta importancia el maestro.
¡siempre bienvenido, Slienciozen!