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Hace una semana viajé a Londres por un tema de trabajo y he aprovechado el tiempo libre que tenía en la City para buscar un centro de meditación que ofreciera prácticas grupales abiertas a todo el mundo.

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Français : Zazen au dojo

Français : Zazen au dojo (Photo credit: Wikipedia)

Como era de esperar, la oferta de meditación en un lugar tan cosmopolita como Londres es muy diverso y a poco que uno busque en internet enseguida encuentra opciones. De entre todas las opciones disponibles escogí un dojo Zen que se reúne cerca de London Bridge todos los lunes: «Zen in London» Este grupo es en realidad una especie de asociación Zen con dojos (el Dojo es el nombre japonés del lugar destinado a meditar) en diferentes partes de la ciudad. Como Londres es tan grande, cada uno puede elegir el que mejor se adapte a sus necesidades al tiempo que mantienen una estructura más o menos común.

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Si queréis acompañarme, en las próximas dos entradas os contaré cómo fue mi experiencia con la tradición de meditación Japonesa.


El dojo en sí es una casa típica de Londres, lo que significa techos altos, escaleras empinadas que se comparten con el resto de las personas de la casa y en la que (gracias a Dios) habían sustituido los suelos de moqueta por madera.

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Consistía en dos zonas separadas por un pasillito al que se accedía desde la calle. En el ala izquierda una especie de salón recibidor con perchas y bancos que los practicantes usan para cambiarse de ropa, descalzarse y esperar a los rezagados. En el lado derecho, el verdadero dojo, el lugar de la meditación.
Como era de esperar en la tradición Zen, todo muy austero, con unas sencillas alfombras negras formando un cuadrado en torno a un pequeño altar central en el que reposaba una figura de Buda y un incensario. En una pared cercana, un buen número de cojines redondos de meditación, todos negros.

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En la web de Zen in London ya te avisan que si eres nuevo en la práctica del Zen te acerques un poco antes para que Alex, el responsable del dojo, te haga una breve introducción de en qué va a consistir la meditación. Alex es un hombre de unos cuarenta años, con el rapado característico de los monjes zen y muy amable y cercano. Mientras el resto esperaba a que la sangha se reuniera, Alex me introdujo al dojo y sus rituales.

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Llama la atención todos los detalles que hay que tener en cuenta cuando uno practica Zen. De la misma forma que nuestra práctica está cada vez más encaminada a llevarla al día a día, parece que los japoneses tenían una visión totalmente diferente, porque cada aspecto de la meditación está medida al milímetro.

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Al cuadro de alfombras negras que representa el dojo se entra por un listón de madera que, en el suelo, marca el lugar de la entrada. Alex me explicó que uno puede estar como le dé la gana antes de cruzar el umbral, pero que al cruzar esa línea, uno debe adoptar la actitud apropiada. Nada más entrar, hay que postergarse ante la figura del buda y caminar en sentido horario hacia el sitio que hayamos elegido para nuestra práctica. Por supuesto, nada de hablar una vez dentro del dojo. La mente también debe entrar concentrada, tras cruzar el umbral. Dentro del cuadrado de alfombras, todo es práctica.

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Kinhin, The Mill, Preszieka.jpg

Kinhin, The Mill, Preszieka.jpg (Photo credit: Big Mind Zen Center)

El lugar de la práctica es en teoría libre. Se supone que uno recoge un cojín del rincón y después entra en el dojo por el umbral, avanza hasta elegir un sitio que le guste o que esté libre, y se sienta. No obstante, Alex me recomendó un lugar en concreto, ya que era la primera vez que practicaba con ellos. Me explicó que había escogido el lugar porque iba a tener a dos meditadores experimentados junto a mi, y que sus energías me ayudarían. No sé si las energías ayudaron, pero os aseguro que agradecí mucho que me pusiera en aquel lugar: estaba justo enfrente de un radiador y las noches de Londres son mucho más frías que las de Madrid…

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La postura, como no podía ser de otra forma, era la del loto completo. Alex me comentó que también era posible realizar el medio loto y me estuvo explicando cómo hacerlo. Posteriormente, vi que alguno de los miembros de la sangha meditaban de rodillas, sentados en parte sobre el cojín. Yo suelo practicar en casa con la postura del loto, así que quería probar como era eso de estar en un dojo real con la postura real durante todo el tiempo…
Además de las piernas en loto (con las rodillas y el culo haciendo los tres puntos de contacto con el suelo), la espalda debe estar erguida y la cabeza digna, ni muy elevada que es signo de mucha actividad mental, ni muy baja que nos incite al sueño. Los ojos abiertos y mirando hacia abajo; y la boca cerrada.

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La posición de las manos me pareció curiosa, aunque he visto por internet que es la forma habitual: con las palmas hacia arriba, pones la izquierda sobre la derecha, de manera que la punta de los dedos de la izquierda toquen el nacimiento de los dedos de la derecha. Los pulgares también están en contacto, como si el conjunto final fuera un óvalo. Las manos puestas de esta manera descansan sobre el regazo.

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Y por supuesto, la meditación se realiza de cara a la pared, de espaldas al altar (en mi caso, mirando al radiador).

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Todo esto, sólo para la meditación sentado, lo que en japonés se llama zazen. Pero la práctica también incluye una pequeña parte de meditación andando (kinhin), y esta también tiene sus rituales y movimientos.

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Personalmente, la postura de kinhin me pareció más complicada que la de zazen. Quizá porque estoy acostumbrado a meditar en loto y no tanto a mantener tantas cosas en la atención cuando camino. En la meditación caminando del zen, hay que poner las manos a la altura del plexo solar. La izquierda forma un puño con el pulgar dentro y la derecha la cubre. La falange del pulgar del puño se sitúa en la parte del pecho en el que los dos juegos de costillas se separan.

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Los brazos deben estar horizontales, pero (y esto me pareció lo más complicado de todo) los hombros deben estar sueltos, relajados, caídos. De nuevo la espalda recta y la cabeza erguida, siguiendo las mismas directrices que en zazen.

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Con estos preliminares, al caminar hay que dar pasos muy muy cortos. Se inspira y se levanta el pie izquierdo, y al espirar empujas el suelo con la planta del pie y el cielo con la cabeza. Lo mismo con el siguiente. Inspiras para avanzar y espiras para asentar el pie. Lo difícil de todo esto es hacerlo fluido, sin tensión.

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Todo esto formó parte de la explicación que me dio Alex antes de comenzar la práctica del Zen. Como se ve, mucho detalle y muchos rituales diferentes a lo que practicamos de manera habitual en Madrid.

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Dentro de poco, os cuento más de la practica Zen.

¡Mantenéos despiertos!

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