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Hay una expresión que utilizamos cuando queremos referirnos a Kant, Hume, Descartes y otros filósofos de renombre de la historia. Les llamamos los “grandes pensadores”. Muchos de los que meditan lo hacen movido precisamente por la cantidad de pensamientos que tienen. Sienten que están pensando continuamente y les gustaría descansar de tantos pensamientos. Seguro que a esas personas también se las podría considerar como “grandes pensadores”, aunque de otra forma.

Los pensamientos están ahí por algo. No son nuestros enemigos y no tenemos por qué tratar de deshacernos de ellos. En muchas ocasiones se trata de “pensar mejor”, no de pensar más o menos. Los filósofos de la historia lo eran no porque estuvieran todo el día preocupados por las mismas cosas una y otra vez, sino porque pensaban de una manera diferente para resolver problemas. Puede que estuvieran dándole vueltas a un determinado tema durante días, semanas o meses, pero no percibían que esas cavilaciones fueran invasivas o les generaban ansiedad.

Hay un nombre especial para el tipo de pensamientos que la gente quiere desactivar cuando comienza a meditar: rumiaciones. Los animales rumiantes, como las vacas o carbras, comen hierba masticándola largamente. Después la digieren parcialmente en uno de sus estómagos, la regurgitan y vuelven a masticarla una y otra vez.

Las rumiaciones son precisamente eso: pensamientos que vuelven una y otra vez a nuestra cabeza. Nos enganchamos con las rumiaciones un rato, luego nuestra atención se desplaza a una tarea o una conversación que estemos teniendo, y al cabo de un rato vuelve la rumiación a nuestra cabeza.

Es más que probable que sepas lo que es una rumiación. Y es más que probable que también hayas tenido pensamientos normales, de esos que te ayudan a resolver problemas. El proceso de pensamiento normal nos ayuda a evaluar situaciones, tomar decisiones, establecer planes y metas. Son dos tipos de pensamientos muy diferentes entre sí. Normalmente las rumiaciones están muy relacionadas con el estrés y la ansiedad. Los pensamientos “útiles” sin embargo, nos empoderan y devuelven el control.

Hay evidencias que apuntan a que las rumiaciones aparecen cuando nuestro cerebro está trabajando en el “modo por defecto” y que no aparecen cuando nuestro cerebro está enfocado en tareas ejecutivas. Es decir, que cuando estamos concentrados o cuando dirigimos nuestra atención de manera voluntaria a alguna actividad concreta, hay menos probabilidades de que aparezcan las rumiaciones.

Realizar ejercicios para dirigir la atención consciente de manera continuada es útil para evitar la aparición de rumiaciones, y también para gestionarlas y que desaparezcan una vez que estamos en proceso de rumiación.

En mi perfil de Insight timer encontraréis una de estas meditaciones que podéis usar como práctica para dirigir la atención de manera productiva y reducir las rumiaciones que produce el modo de funcionamiento por defecto del cerebro.

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