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En las últimas semanas, en mi trabajo de recursos humanos, he estado dedicado con mucha intensidad al estudio de las

Iceberg

un iceberg es una metáfora común para explicar las competencias (Photo credit: graceinhim)

competencias. En el ámbito empresarial, las competencias son una serie de comportamientos observables que nos señalan determinadas habilidades, motivaciones o características de una persona. Se utilizan sobre todo para desarrollar el potencial de la gente que está dentro de la empresa o para detectarlo en procesos de selección.

Una de las cosas que más me gusta de trabajar con competencias es que, de una forma u otra, te mantiene más atento durante tu día a día. Si habitualmente estás dedicado a manejar números en un ordenador, llega un momento en el que entras con facilidad en piloto automático. Con las competencias es diferente, porque están basadas en comportamientos observables y en su evaluación. De esta forma, a lo que te lleva tu trabajo es a prestar atención a tus comportamientos y a los comportamientos de los demás.


Este proceso de atención es muy parecido al estado de presencia que desarrollamos con la práctica. Cuando hablamos del estado de presencia en el contexto de la práctica de meditación puede que, instintivamente, pensemos en un estado teñido de espiritualidad. En esencia, estar presente implica reconocer qué hacemos, qué pensamos o qué sentimos sin emitir un juicio de valor. Esta parte esencial concuerda con lo que ocurre en los procesos de desarrollo del talento basados en competencias.

Al centrarse las competencias en comportamientos observables, un buen proceso de desarrollo basado en competencias hace que la persona que se está formando tenga que ser consciente de qué está haciendo, diciendo o sintiendo a lo largo de su día de trabajo. Evidentemente, como en la meditación, hay gente que está más o menos comprometida con la práctica y por tanto no todos prestarán el mismo nivel de atención a lo que está ocurriendo en el ahora. Sin embargo, las personas que autoevaluan sus comportamientos y que son más conscientes de ellos, son los que a la larga desarrollan más sus competencias y pueden realizar todo su potencial.

 

Todos los que llevamos un tiempo practicando hemos podido comprobar cómo el simple hecho de ser consciente, de practicar la presencia con regularidad, te hace cambiar como persona y hace que desarrolles nuevos hábitos que poco a poco se van asentando. También, en cierta medida, el mismo proceso de consciencia esta activo en los procesos de desarrollo personal que ocurren en otros ámbitos. La diferencia fundamental puede estar en la motivación inicial, que en la meditación parte de uno mismo el deseo de practicar mientras que, en el mundo profesional, los programas de desarrollo y formación suelen venir impuestos por las empresas y más que resultar atractivos se perciben como una obligación extra para el trabajador.

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