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Daniel me ha dejado una pregunta que me ha hecho pensar bastante sobre un tema delicado: la relación entre el dinero y la espiritualidad.

Os copio el comentario:

Hola a todos,

Tengo una “duda existencial” desde hace mucho tiempo y no le he encontrado respuesta. Tiene que ver sobre las personas que dan cursos sobre espiritualidad y cobran un dinero, a veces excesivo, y otras se enriquecen con estos cursos. A veces, hablan que este dinero va a alguna fundación de la que es dificil saber si en realidad esto es algo veráz.
Entiendo que el dinero vaya destinado al mantenimiento de un recinto o local, pero no entiendo que la gente gane dinero con ello.

Yo siempre he entendido la espiritualidad como algo completamente aparte del lucro, y nunca me ha inspirado nadie que me cobre por un curso de espiritualidad un dinero. En realidad me han interesado muchos cursos sobre temas espirituales y no he acudido porque no me fío cuando me cobran. No tengo problemas económicos y lo podría pagar, pero no me inspira ninguna confianza.

Alguien opina igual que yo, me gustaría saberlo

saludos

Mientras estaba escribiendo la respuesta, me he dado cuenta de que es más una entrada que una respuesta a un comentario, así que aprovecho este espacio para hablar de este tema.

En la facultad de psicología nos dedicaron una asignatura a hablar de la ética profesional, entre la que se encontraba la cuestión del dinero. Sin embargo, allí la cuestión no era si cobrar, sino cuánto cobrar.

elwillybobby

De la misma forma que pagamos a un médico para que nos cure, a un psicólogo para que nos trate o a un experto para que nos forme, yo no encuentro un conflicto particular en pagar a alguien porque me enseñe determinada práctica espiritual.

 

Desde mi punto de vista, el mundo espiritual tiene un poco de estas tres disciplinas. Es en parte medicina, psicología y desarrollo personal. La espiritualidad se relaciona (para mi) con salud, emoción y aprendizaje.

Otra cosa es la cantidad que consideremos «justa» por recibir un curso, que puede ser una opinión más bien subjetiva. Yo particularmente soy bastante exigente y me gusta que la calidad de lo que recibo se corresponda con lo que he pagado pero no entro en si el dinero que aporto (o que aportamos el conjunto de los asistentes) sirve sólo para cubrir gastos o para tener una vida adecuada.

Espero que no se me malinterprete: Creo que es muy positivo tener un criterio ético para escoger en quién y en qué aportamos nuestro dinero, pero también creo que existen determinadas creencias erróneas que pueden limitar nuestro crecimiento y/o llevarnos a prejuzgar a personas.

Y ¿Cómo saber si lo que tenemos son creencias limitantes o un criterio ético apropiado? Pues me temo que para eso cada uno debe indagar en esas creencias y saber qué las sostiene.

Para indagar sobre nuestras creencias, propongo una práctica sencilla, donde prime una actitud curiosa y abierta.

En primer lugar, busca un lugar cómodo y tranquilo en el que sentarte. Procura que sea un espacio en el que no seas interrumpido durante la práctica. silencia el móvil o activa el modo avión y sitúate en una postura cómoda. Elige el tiempo que vas a dedicarle y programa un temporizador. Te aconsejo que no sea inferior a diez minutos, dependiendo de tu experiencia practicando te será más o menos sencillo realizar el ejercicio.

Comienza por llevar la atención a las sensaciones de la respiración en el cuerpo. Puedes escoger la nariz, el abdomen o el pecho. Nota la respiración unas cuantas veces. Después, acompaña las exhalaciones con la intención de relajar tu cuerpo. No te extiendas mucho en esta parte, tan sólo unas cuantas respiraciones más. Y tampoco seas demasiado exigente en sentir la relajación. El objetivo de esta parte es soltar las tensiones diarias y alcanzar un grado de serenidad suficiente, no queremos relajarnos demasiado como para quedarnos dormidos.

Tras este tiempo es posible que hayan pasado unos cuantos minutos en los que hemos dedicado nuestra atención a la respiración y a nuestro cuerpo. Durante esta parte no hemos de prestar atención a los pensamientos. Si aparecen, nos centramos en el cuerpo de nuevo.

www.codicetuna.org

Cuando consideres que el cuerpo se encuentra suficientemente sereno, lleva la atención al interior de tu cabeza y abre tu mente. Es como si trataras de relajar la tensión interna de tu cabeza, dejándola suelta. Puede que notes que la zona de la frente y el entrecejo se libera un poco más de su tensión habitual.

 

 

Estando así, me gustaría que trajeras a la consciencia la creencia sobre la que quieres indagar. En tu caso puede ser, por usar una frase tuya: «la espiritualidad es algo completamente aparte del lucro» y comienza la indagación. Puedes preguntarte a ti mismo, «y esto ¿de dónde surge?» o simplemente «¿Por qué esto debe ser así?«; y presta atención a la respuesta que surja en ti de manera espontánea.

No fuerces las respuestas ni las elabores de manera activa. Simplemente lanza la pregunta como una red en un río y observa si salta algún pez. Normalmente las primeras respuestas, automáticas, nos dan una clave de las creencias que nos mueven.

Cuando surjan, acéptalas, no las juzgues. Han surgido, luego son. Pregúntalas a su vez de dónde vienen; y observa qué aparece después.

Esta actitud de juego y de búsqueda es importante. Fundamental. Te permiten ver qué valores, qué creencias, sostienen nuestra forma de ver la vida.

Es particularmente útil observar esas respuestas espontáneas desde distintos puntos de vista. Para ello, en lugar de preguntarle «¿de dónde vienes?» puedes preguntar «Esta creencia;  ¿tiene que ser así?» «¿quién ha determinado que así sea?»

Hay multitud de variantes para indagar sobre nuestras creencias. También es posible preguntarse por otras respuestas a una misma situación, por ejemplo pensando en alguien a quien conozcamos bien y preguntándonos si tendría una respuesta diferente y a dónde conduciría.

Como ves, las posibilidades son muchas, pero el camino es del que anda. Lo importante del ejercicio no es a dónde se llega, sino la actitud que se mantiene durante la práctica. Por eso te recomiendo también que chequees cada cierto tiempo tu postura y, particularmente la cabeza. Nota si se ha producido tensión en la mandíbula o el entrecejo. Percibe también con regularidad si el ejercicio te produce tensión o si hay algunos bloqueos.

Sobre todo sé honesto contigo mismo. Nadie te juzga en estas prácticas, no tienes que dar cuenta a nadie de lo que aparece o de lo que deja de aparecer. Si realizas la práctica con honestidad y aceptación puedes entrar en estancias de ti mismo muy iluminadoras.

Muchas gracias, Daniel y ¡espero que te sirva!

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