Que la invasión del Mindfulness en nuestro mundo es un hecho lo demuestran la multitud de programas, asociaciones y aplicaciones que proliferan a nuestro alrededor. Por eso creo que es importante mantener la atención para no convertir la práctica de la meditación en un instrumento más al servicio de nuestros deseos (por conseguir dinero o poder) o de nuestras aversiones (por evitar las incomodidades o el estrés).
Al igual que en esta entrada traducía un artículo sobre la perversión del mindfulness en una forma comercial (irónicamente llamada McMindfulness por aquello de la comida rápida), hoy comparto este otro artículo sacado de «The Economist» donde hace un repaso a las diferentes iniciativas relacionadas con el mindfulness que existen en el mundo empresarial y a la práctica como negocio en sí mismo.
Si bien los autores del artículo oríginal no profundizan tanto en las bases del Mindfulness como en el magistral artículo de Purser y Loy, lo más interesante es hacerse consciente del enorme calado que está teniendo esta práctica en la sociedad americana y sus empresas.
De nuevo, la traducción es mía y he tratado de mantenerme fiel al original. En este caso concreto ha sido complicado por la terminología que utilizan en ocasiones y porque hay muchas referencias a métodos concretos. En situaciones concretas he preferido usar la palabra o expresión inglesa cuando he considerado que estos no entorpecían la lectura. Las negritas y cursivas también son propias. En cualquier caso, si tenéis un buen nivel de inglés y queréis acudir a la fuente, os la copio en este enlace.
El negocio de Mindfulness
El capitalismo occidental busca inspiración en el misticismo de oriente.
En su libro de 1905 «La ética protestante y el espíritu del capitalismo«, Max Weber consideró que la ética protestante hizo surgir el capitalismo. Ahora, en ocasiones parece que es la ética budista la que mantiene el capitalismo en marcha. Los protestantes destacaron el cálculo racional y la contención de uno mismo. Los budistas destacan la importancia del mindfulness, sacar tiempo del bullicio de las actividades diarias para relajarse y meditar. En el mundo empresarial de hoy es más probable que escuches acerca del mindfulness que sobre la contención.
Google ofrece un curso interno llamado «busca dentro de tí mismo» que ha demostrado ser tan popular que la compañía ha creado versiones de nivel básico como «Auto-hacking neural» o «Gestionando tu energía«. El gigante de las búsquedas ha construido también un laberinto para meditaciones caminando. EBay tiene salas de meditación equipadas con cojines y flores. Twitter y Facebook están haciendo todo lo que pueden para mantenerse en los primeros puestos de la carrera del mindfulness. Evan Williams, uno de los fundadores de Twitter, ha introducido sesiones regulares de meditación en su nuevo negocio, «The Obvious Corporation» una incubadora de start-ups y vehículo de inversiones.
La moda no se limita a Silicon Valley; el movimiento de mindfulness puede encontrarse en cada esquina del mundo corporativo. Rupert Murdoch tiene un detector de sandeces bien desarrollado pero a principios de este año [2013] tuiteó sobre su interés en la meditación trascendental (de la que dijo que «todo el mundo la recomienda»). Ray Dalio de Bridgewaters Associates y Bill Gross de PIMCO son dos de los mayores nombres en el negocio de hacer dinero y ambos son meditadores habituales. El sr. Dalio dice que ha tenido más impacto en su éxito que cualquier otra cosa.
Lo que tiene este tren en marcha del mindfulness es la contracultura de los sesenta, que inyectó una especie de aire bohemio en el torrente sanguíneo del capitalismo: Observe el ascenso de compañías como Virgin, Ben & Jerry´s y Apple, cuyo cofundador, Steve Jobs, visitó India en un retiro de meditación siendo joven y habló a menudo sobre cómo el Zen ha influído en el diseño de sus productos. Pero tres cosas han hecho acelerar aún más las ruedas de este tren.
La más obvia es la omni-conectividad. El «pinging» constante de los dispositivos electrónicos están llevando a la gente a un punto en que no pueden más. [N. del T. «To Ping» es un término informático que se refiere al rastreo de un dispositivo para verificar que está conectado a internet. Por el contexto, parece ser que el autor lo usa aquí a la inversa, para señalar cómo las alertas de wasapp, los emails y demás nos obligan a nosotros a reconectarnos a nuestros móviles o tabletas]. Los dispositivos electrónicos no sólo saturan los sentidos e invaden nuestro tiempo de ocio. Se alimentan de nosotros: cuanto más tuits se envían, más recompensado se ve uno con seguidores y retuits. Mindfulness proporciona una buena excusa para desonectar y relajarse – o «desconectar para conectar» como lo expresan los defensores del Mindfulness.
Una segunda razón es la carrera de locos. La búsqueda decidida de éxito material ha producido una epidemia de escándalos empresariales y una sensación extendida de angustia. El mindfulness enfatiza que hay más éxito que la prosperidad material.
La tercera es que vender mindfulness se ha convertido en un negocio con derecho propio.
El movimiento tiene una creciente e impresionantemente ecléctica cohorte de gurús. Chade-Meng Tan de Google, cuyo puesto se llama «jolly good fellow» es la inspiración tras «Busca dentro de ti mismo» [N. del T: «Jolly Good Fellow» es parte de la canción típica de los cumpleaños «por ser un muchacho / chico excelente…» pero traducirlo así le quitaría el sentido del original] . Soren Gordhamer, un instructor de yoga y meditación y tuitero entusiasta, fundó Wisdom 2.0, una popular serie de conferencias sobre mindfulness. Bill George, antiguo responsable de Medtronic, una compañía de equipamiento médico y miembro del comité de dirección de Goldman Sachs, está introduciendo el Mindfulness en la Harvard Business School en un intento de desarrollar líderes que sean «autoconscientes y autocompasivos».
Muchas otras escuelas de negocios están abrazando el mindfulness. Jeremy Hunter de la escuela de gestión Drucker en la universidad de Claremont lo enseña a sus estudiantes, tal y como hace Ben Bryant en la IMD de Suiza. Donde Plowman de la universidad de Nebraska y la-escuela de negocios Lincoln incluso ha tratado de cuantificar el grado de mindfulness de las escuelas de negocios. El flujo de la sabiduría no es unidireccional: Keisuke Matsuoto, un monje budista de Japón, ha realizado un MBA en la escuela de negocios de la India en Hyderabad y está ahora aplicando sus lecciones para revitalizar los templos en su vuelta a casa.
Sobre su explotación como negocio, Arianna Huffington dirige conferencias sobre Mindfulness, una app para móvil («GPS for the soul») y una columna sobre Mindfulness en su Huffington Post. Chip Wilson, el responsable de Lululemon, vendedor de material para yoga, ha creado una página web, whil.com, que insta a la gente a apagar su cerebro durante 60 segundos visualizando un punto («power down, power up and power forward«).
Un paseo por el campo
¿Hace el Mindfulness algún bien? Hay evidencias que sugieren que algunas de sus técnicas pueden proporcionar significativos beneficios físicos y psicológicos. La escuela de medicina de la universidad de Duke ha realizado investigaciones que muestran que en América, una hora de yoga a la semana reducen en un tercio los niveles de estrés en empleados y reducen los costes de tratamientos de sald en una media de 2.000 dólares anuales. Los cínicos pueden señalar que un paseo por el campo tiene beneficios similares. También pueden preocuparse por que Aetna, una aseguradora que quiere vender yoga y otras técnicas de Mindfulness como parte de sus seguros de salud, esté patrocinando algunas de las investigaciones que las apoyan. Pero no parece descabellado suponer que, en un mundo de estrés y distracción constante, el simple hecho de sentarse quieto y relajarse por un tiempo pueda hacerle a uno algún bien.
El mayor problema con mindfulness es que se está convirtiendo en parte del movimiento de autoayuda – y por tanto parte de la enfermedad que se supone debe curar. Los gurús hablan de «la ventaja competitiva de la meditación». Los alumnos lo ven cmo una manera de salir adelante en la vida. Y se pierde el sentido de todo el ejercicio. ¿Que relación tiene el exhibirse con los caros complementos de Lululemon con la ética budista del desapego a los bienes materiales? ¿Y mirar fijamente a un punto generado por ordenador con el antiguo arte de la meditación? El capitalismo occidental parece estar haciendo bastante más por cambiar la religion oriental que lo que hace la religión oriental para cambiar el capitalismo occidental.
Muy interesante. Yo lo hago a diario, y he aprendido solo.
Excelente reflexión, gracias.
Básicamente yo he dejado de considerar ese mindfulnes empresarial/comercial como meditación, igual que son mera relajación anti-estrés la mayor parte de las ofertas de meditación que se leen por ahí…
Un abrazo.
Qué buen post!! Me había pasado desapercibido. Me ha encantado porque justamente ahora estoy un poco escéptica con este mundillo, y con la ingente proliferación de cursos, libros y gurús. Para mí al menos, cuanto más sencillo, más mindfulness. Ésa es la clave que utilizo para diferenciar la práctica esencial del floklore. Gracias por hacerme reflexionar:)
Me alegro mucho que te haya gustado. Ahora vivimos en un momento en que el mindfulness está por todas partes y puede llegar a cansar, sobre todo por algunos enfoques más «publicitarios». Como en todo, es vital rodearse de las personas adecuadas para que tu motivación crezca y no se contamine. Mil gracias, como siempre, por tu aportación!
Reblogueó esto en AiramVLy comentado:
El negocio del (Mc)Mindfulness
Es muy cierta la reflexión pero faltan los datos empíricos de por qué tiene beneficios la práctica de mindfulness. Os dejo el link de una charla de TED en el que la psicóloga/investigadora Hedy Kober hace una fantástica explicación:
https://www.youtube.com/watch?v=mzEh5nE-tNU
El artículo me ah parecido interesante. No se si cuando hablas de grupos de autoayuda te refieres a la New Age o movimiento esotérico que sin darse cuenta promueve el «ego espiritual», pero lo que si es cierto es que tanto la meditación como otras prácticas de crecimiento personal caen a menudo en ese saco y toda su esencia se pierde en pos de una imagen «alternativa». Yo no se si todas las empresas incluyen el mindfulness con el objetivo de aumentar sus beneficios o si realmente les preocupa la salud de sus trabajadores. Puede que el budismo pregone el desapego hacia los bienes materiales, pero la meditación en sí no creo que esté reñida con adaptarse al mundo en el que vives dentro de tu vivencia presencial o atención plena. El querer desapegarse voluntariamente también puede ser una trampa ya que la propia meditación se da en ausencia de esfuerzo. Si las necesidades vitales se satisfacen y las facultades se expresan adaptarse no significa comulgar con la explotación del hombre por el hombre, pero por muy loable que sea, el intento por querer cambiar lo de fuera en base a ideales puede que vaya en contra de tu forma de proceder y cooperar con el resto. ¿Acaso no hay que vivenciar la propia Sombra para poder integrar esa energía que nos negamos? Si el capital-narcisismo es el malo, tal vez sea porque emocionalmente no expresamos o integramos todo lo negativo que llevamos dentro en aras de ser «buenas personas», fachadas del hijoputismo en el que nos recreamos aunque «tengamos razón» y la culpa sea siempre de los demás etc.
Ahora bien, no soy yo quién para decir cual es el método correcto para profundizar en estados de conciencia más presenciales y si cobrar por impartir meditación está mal. Veo interesante hacer autocrítica y no preocuparnos tanto por la devaluación de la meditación, por mucho que duela, ya que veo que intentar convencer a alguien de que lo que hace es incorrecto no suele dar buen resultado.
Más allá del negocio, me parece más interesante preguntarnos si estamos racionalizando la meditación o creando una imagen de ella para contentar a nuestro «ego espiritual». Además, no es condición sine qua non la practica meditativa como tal (ya que, paradójicamente a lo que es meditar, el esfuerzo te saca del estado meditativo y la practica continuada no es promesa de nada) para poder vivir estados de conciencia más perceptivos. Poner la atención en todo lo que se está haciendo en cada momento, en cómo nos relacionamos y nos identificamos con lo que pensamos ya supone de por sí un ejercicio de autocomprensión que puede ofrecernos más discernimiento que obligarse a rajatabla y sistemáticamente a «meditar», porque a ver quién es capaz de pararse a voluntad durante horas…