¿Qué cosas te hacen feliz?
Si te hago esta pregunta seguramente pasen por tu mente muchas cosas: desde aficiones y planes que te atraen hasta gustos de toda clase y condición: esa comida favorita, las charlas con los amigos, los momentos de tranquilidad, quizá esa tipo de series o de películas que en cuanto se estrenan devoras con fruición.
Al principio de mi vida profesional trabajé en selección de personal y había una serie de «lugares comunes» que todo el mundo citaba en su currículum. Cosas como que se le daba bien el trabajo en equipo, que entre sus aficiones estaba la lectura o el cine, etc.
Esos lugares comunes también aparecen en tu mente cuando empiezas a enumerar las cosas que «te hacen feliz» y tienen que ver con muchas de esas cosas que hemos enumerado antes. Estos lugares comunes nos dicen cosas buenas de nosotros, nos dicen que tenemos un determinado «mapa mental» de las cosas que nos gustan y que nos hacen ser quien somos y nos gustan. Es la forma que tiene el cerebro de no gastar energía re-evaluando el mundo en el que vives de manera continua: sabes que te gustan unas determinadas cosas y salen de manera automática cuando alguien te pregunta.
Pero los automatismos tienen su lado negativo. Por ejemplo ¿qué pasa cuando no podemos hacer esas cosas que nos gustan? ¿Qué ocurre cuando, incluso en verano, nuestras expectativas se frustran por la razón que sea? A veces, uno espera que el verano sea ese momento en que puede hacer esas cosas que nos gustan y una parte de nosotros espera poder encontrar un momento para leer ese libro, para descansar en la playa, para quedar con esos amigos. ¿Y qué ocurre cuando llega ese esperado momento y no logramos lo que nos hace ser felices?
Lo habitual, lo automático, es que esa frustración se convierta en un nubarrón que nos impide disfrutar de otras pequeñas cosas que están sucediendo en ese mismo momento y que también pueden generarte una sensación de bienestar y de felicidad muy gratificante. Como tenemos una lista ya creada con las cosas «que nos hacen felices», si una no se cumple, quizá no miramos otras que también están apareciendo en su lugar.
Una de las cosas que recomiendo para este verano es que saques tus gafas de «ver cosas nuevas»y aproveches tus vacaciones para observar lo que ocurre desde un prisma diferente. Si puedes disfrutar de aquellas cosas que te hacen feliz, estupendo, disfrútalas. Es más, aprovecha para guardar una memoria nítida y clara de ese momento.
Pero aprovecha también que van a ocurrir muchas cosas fuera de tu rutina para ver lo con esas gafas de la novedad y descubrir cosas pequeñitas que también te dejen un sabor dulce a lo largo del verano.
Hablando de gafas, estuve hace poco en la radio con un amigo que tiene unas gafas verdes muy molonas hablando de este y otros consejos para recargar las baterías con mindfulness. Ese amigo se llama Oliver Oliva y está muy comprometido con el mindfulness y con la radio. Os invito a visitar su programa, El Club de los Buenos Días, y a escuchar la entrevista que me hizo en spotify o en cualquier app para escuchar podcast (por ejemplo, Ivoox).
A la vuelta del verano realizaremos juntos unas cuantas entrevistas dedicadas a trabajar el mindfulness en el entorno laboral, así que aprovecha este verano para conectar con su programa de radio… y para conectar con las cosas buenas que las vacaciones te van a traer.
¡Feliz verano!
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