Seleccionar página

Eckhart Tolle, en una parte del libro “El poder del Ahora” comenta sobre la atención que hay que “mantenerse como un gato a la espera de que salga un ratón”. Es una metáfora que me gusta mucho y que tiene que ver con otras técnicas de parada de pensamiento, como la de preguntar a nuestra mente y esperar una respuesta.

Cat hunting for birds

Cat hunting for birds (Photo credit: barbourians)

Hay un juego que practico de vez en cuando y que tiene que ver con esta actitud de atención. De vez en cuando, en cualquier momento, me pregunto a mi mismo “¿Dónde está mi atención ahora?” Equivale a preguntarse dónde tienes puesta la consciencia en un momento dado. Probadlo en diferentes situaciones del día a día y veréis resultados que quizá os sorprendan. Muchas veces, la atención está puesta en nuestros ojos u oídos, como cuando estamos viendo la tele, leyendo este blog, o caminando por la calle. Otras veces, la atención se vuelve hacia las manos, como en la “práctica de la mano tonta” que comenté en otra entrada, mientras fregamos o nos vestimos.

Pero hay momentos en los que, sin darnos, cuenta, la atención salta a lugares insospechados, que aparentemente no tienen ningún sentido, o que tienen poca relación con lo que estamos haciendo o queremos hacer. Por ejemplo, puede que nos hayamos propuesto salir a hacer un recado o la compra y al cabo de unos segundos, descubrimos que nuestra atención está puesta en la radio, o en una conversación del trabajo.  Me resulta complicado transmitirlo por escrito, pero hay una especie de movimiento errático de la mente, un giro inesperado de nuestra atención que nos separa de una tarea que nos habíamos propuesto hacer, especialmente cuando esta tarea no nos motiva especialmente.

Es como cuando nos proponemos a principio de año ir al gimnasio y luego nunca vamos. O cuando queremos estudiar para un examen y nos distraemos con cualquier cosa. Si tuviéramos un mando a distancia como el del vídeo y pudiéramos parar en el segundo exacto de vacilación, veríamos que nuestra atención se ha desviado inconscientemente hacia otro objeto inesperado, y a partir de ahí, se engancha en otras tareas y quehaceres como un mono saltando de rama en rama alejándose del objetivo inicial.

Esta conducta no es algo nuevo, ni algo exclusivo de la práctica de la meditación. La psicología, cuando, por ejemplo, trata la ansiedad, subraya la autoobservación de conductas para detectar el momento inicial en el que empiezas a notar un mínimo de estrés emocional. La idea es que con la detección temprana podrás poner en marcha mecanismos más eficaces que impidan el ataque de pánico o la respuesta estresante del organismo. Lo mismo ocurre con la terapia cognitiva en depresiones, que pone mucho empeño en que seamos conscientes de nuestros pensamientos negativos, porque pueden desencadenar una especie de bola de nieve cognitiva que inicie una depresión.

la inercia nos permite mejorar nuestras aptitudes (tomado de la wikipedia)

Detrás de todo esto se encuentra el poder de la inercia, que no es más que nuestra capacidad de aprendizaje. Si aprendemos es porque la inercia de lo conocido pesa más que lo de lo nuevo, como el agua que a fuerza de pasar por el mismo lugar genera un río. La parte buena de esa inercia es que nos permite hacer proezas como La Mona Lisa, porque el aprendizaje nos permite mejorar con cada intento.

La parte mala es que la inercia supone un obstáculo para reconducir aspectos que no nos gustan o que queremos cambiar, como la conducta de ir al gimnasio o estudiar de la que hablaba antes.

Creo que nuestra mente consciente, en el sentido de “despierta”, vive en el ahora y toma decisiones en el momento presente. Es decir, todos, en cada una de esas situaciones, sabemos lo que queremos hacer. La conciencia vive en el presente y no tiene otra posibilidad de hacerlo así. Sin embargo, nuestros sentidos, nuestras emociones, nuestra “mente automática” es presa de la inercia de lo aprendido (para bien o para mal, no estamos entrando en juicios). Yo creo que esos cambios erráticos de la atención son un tirón de la inercia aprendida.

Es, por decirlo así, como si la atención fuera el balón de fútbol que se disputan la conciencia (presente) y la inconsciencia (recuerdos, deseos, emociones…). Cuando la conciencia tiene la atención, es cuando dices de ir al gimnasio. En ese momento te acuerdas de Jorge, que te dijo que iba al gimnasio a mediodía (…la parte inconsciente le quita la pelota…). Que vaya cabrón el Jorge, que saca tiempo para todo (…el recuerdo pasa la pelota a la emoción…), pero es que tengo que ir, que si no, luego no hago nada (…la emoción se la pasa al pensamiento…)  y dentro de nada es verano y no me va a entrar la ropa (…el pensamiento pasa a los defensas…), anda, y tengo que aprovechar las rebajas antes de que se pasen (¡y goooooool! ¡Qué jugadón de la inconsciencia!)

Dentro de este “tikitaka” figurado que se produce en nuestra cabeza, lo fundamental  es el segundo justo en el que entra ese recuerdo como quien no quiere la cosa. Porque una vez que se ha iniciado la jugada es más complicado pararla y volver a la consciencia. Pero hay un momento en que ese giro se produce, y ese momento es la clave para seguir la inercia o tomar el control.

Pin It on Pinterest