Seleccionar página

El otro dia estuve dándole vueltas al tema del ego y como puede dificultar nuestra práctica.

En muchos de los libros de meditación hacen referencia más o menos velada al ego, a cómo nuestro ego nos engancha en el día a día y aumenta nuestro sufrimiento. Aunque muchas veces es fácil detectar el ego cuando hemos iniciado la práctica del mindulness, yo creo que hay ocasiones en las que el ego se agazapa y esconde en algunas acciones cotidianask de manera que no lo detectamos pero sigue ahí, entorpeciendo nuestra búsqueda de calma. Aquí comento dos de estos disfraces:

1. Los juicios: posiblemente por nuestra cultura, es bastante habitual juzgarnos a nosotros mismo cuando estamos haciendo algo que consideramos incorrecto o que no cumple nuestros propios estándares. Me he dado cuenta de que en ocasiones, cuando tengo una mente agitada, una parte de mí califica la meditación de mala. «No lo estoy haciendo bien» dice una vocecita sutil en mi cabeza. Desde hace unos días procuro evitar estos juicios de valor negativos, que en el fondo nacen de una idea preconcebida sobre lo que me gustaría ser.

Cuando evaluamos a otras personas, en el fondo, tambien está hablando nuestro ego. Pensar que fulanito no está haciendo algo bien o que no está preparado para tal cosa es, en el fondo un ensalzamiento velado del ego propio.

Los juicios, claro, tienen una función adecuada en el día a día, pero cuando están relacionadas con las personas (otras personas o uno mismo) pueden estsr enmascarando un mensaje del ego que pueden dificultar nuestro camino.

2. Los consejos: este segundo disfraz es algo que me viene de formación profesional. Al haber estudiado psicologia, he desarrollado una inclinación natural por ayudar a la gente. Esto, evidentemente , no es malo por si mismo. En una ocasión,

alguién me comentó que cuando ese deseo de ayudar se hace muy intenso, se vuelve un síntoma de soberbia. No se puede tratar de ayudar a todos de manera indiscriminada; algunos no desean nuestra ayuda. No es que no quieran ayuda, es que a lo mejor no somos nosotros quien debe ayudarles. Dar consejos a diestro y siniestro sin que ni siquiera nos hayan pedido nuestra opinión, lejos de ser útil, nos convierte en una especie de Lisa Simpson sabelotodo.

El comentario que me hicieron en esa ocasión me hace pensar ahora que es necesario ejercitar la humildad y/o la paciemncia como forma de evitar que ese deseo positivo de ayuda se convierta en soberbia, para no caer en el complejo de gurú que tan fácilmente se da en estos mundos…

Pin It on Pinterest