Muchas veces hablamos entre nosotros de las «horas de cojín» como los pilotos hablan de las horas de vuelo o los actores de las «tablas» que tienen. Practicar meditación es tan importante que yo, muchas veces, simplemente hablo de «la práctica» a lo largo de estas entradas. Y es que no importa tanto que hagas vedanta, zen, yoga o mindfulness, siempre y cuando practiques a menudo.
En cierto modo, las horas de cojín no son solo metafóricas sino que notas realmente sus efectos, y, para el que lleva tiempo meditando, la ausencia de práctica se nota tanto como para el atleta que lleva tiempo sin ejercitarse.
La meditación continuada, si se realiza correctamente, va cargando gota a gota una especie de «reserva mindful» que luego notas en ciertos momentos de tensión, de inseguridad o de tristeza. Es entonces cuando te das cuenta de que no reaccionas igual que antes, que esas emociones negativas no te arrastran de la misma manera.
Los hábitos adquiridos a lo largo de los años pesan en nuestra conducta de una manera muy importante. Cuando nos encontramos en las situaciones adecuadas, esos hábitos desencadenan una respuesta automática, que es la manera que tiene el organismo de aprender del pasado y ser eficiente en la toma de decisiones. Sin embargo, puede que algunos de nuestros hábitos no funcionen tan bien como cuando los aprendimos.
Quizá lo que en su momento fue una respuesta adecuada para lograr la atención de nuestros padres se transforme en algo disfuncional en el mundo adulto. La forma de cambiar este tipo de conductas pasa siempre por un reconocimiento de esos patrones, por un darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor. De la misma forma que para sintonizar un GPS primero tenemos que indicarle nuestra posición para que nos guíe, si deseamos aprender mejores maneras de responder al entorno, primero debemos aprender a detectarlas convenientemente.
Practicar mindfulness nos resulta de gran ayuda en esto, ya que la base de las prácticas de meditación mindfulness facilitan el darnos cuenta aquí y ahora de nuestras reacciones. De esta forma, nuestro GPS interior sabe qué tipo de respuesta está ejecutando y también puede hacerse consciente de las consecuencias que ese acto tiene en nuestro entorno.
Mindfulness tiene otro beneficio añadido para mejorarnos a nosotros mismos, y es que, como comentábamos al principio, las horas de cojín te permiten estar más centrado, más calmado, en momentos con una carga emocional. Las situaciones emocionales son las que más rápidamente activan nuestros hábitos de antaño. Disparan nuestros mecanismos automáticos sean cuales sean.
Mantener la calma mindful en esas situaciones es una garantía de ver correctamente lo que ocurre y adaptar mejor nuestra respuesta al entorno. En eso consiste, en definitiva, lo que los budistas llamaban «Vipassana«
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