El ejercicio básico para comenzar a meditar tiene que ver con la respiración. Muchas veces se comienza a meditar prestando atención a la respiración, por lo que es importante que desde el principio sepamos qué significa observar la respiración.
Os propongo un ejercicio sencillo que he querido rescatar para introduciros en la meditación y en eso que llamamos sentir u observar la respiración. Son una serie de instrucciones sencillas que utilizo para guiar a los que no conocen este mundillo y comienzan un curso conmigo.
Una de las primeras cosas que aprendemos con la meditación es que ninguna es igual. Y otra de las primeras cosas que aprendemos es que la atención a la respiración es el ejercicio básico y principal. Se trata de prestar atención a las sensaciones corporales de la respiración y, aunque todos llevamos toda la vida respirando, normalmente nunca nos hemos parado a revisar nuestra respiración de la forma en la que la práctica nos indica.
Por eso este ejercicio de meditación puede ser útil si estás comenzando a meditar. Mi consejo es que se practique el suficiente tiempo como para que uno se familiarice con las sensaciones corporales de la respiración.
Comienza la práctica atendiendo a las sensaciones corporales de la respiración, situando el foco de la atención en la nariz.
Trata de percibir las sensaciones que el aire produce en tus fosas nasales con cada inhalación y con cada exhalación.
Manténte en esta zona de tu cuerpo durante unas cuantas respiraciones, y, cuando lo consideres necesario, lleva el foco de atención a la parte alta de la nariz.
Trata de notar las sensaciones en esa zona de la nariz que está cercana al puente, a los ojos. Puede que notes como la piel se estira y se relaja, o que percibas una sensación de cosquilleo en el interior de la parte superior de la nariz.
Si consideras que no hay suficientes percepciones en esa zona no pasa nada, trata de observar lo que ocurre sin reproches ni juicios.
Después lleva la atención a la garganta. Nota en esa zona la respiración y percibe las diferentes sensaciones corporales cuando pasa el aire de la inhalación y de la exhalación. Manténte en esa zona durante algunas respiraciones.
Continúa bajando hasta la zona pectoral y nota como afecta la respiración a la zona amplia del pecho. Puede que en este punto tu respiración deje de ser abdominal. No pasa nada, observamos todo cuanto ocurre con aceptación y sin juicios.
Después de unas respiraciones en el pecho bajamos al abdomen y percibimos allí las sensaciones corporales. Puede que notemos el movimiento de subir y bajar del vientre, o que nuestra respiración se vuelva abdominal.
Sea lo que sea que ocurra, simplemente lo atestiguamos con serenidad.
Realizar esta práctica cuando estamos comenzando a meditar puede ayudarnos a identificar mejor las sensaciones corporales de la respiración. Además puede ser un calentamiento previo posterior a cualquier otra rutina de meditación.
Yo, cuando debo hacer una práctica concreta, dedico una serie de respiraciones a escanear mi cuerpo y notar dónde percibo mejor la respiración. Hay días que percibo mejor la respiración en la punta de la nariz y en el labio superior. Otros días me encuentro más cómodo percibiendo el subir y bajar del vientre. Cuando percibo dónde estoy más cómodo, anclo mi atención en ese punto concreto y comienzo el ejercicio que tenga que realizar.
Al fin y al cabo, ninguna meditación es igual… y ninguna respiración lo es.
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