Algunos hindúes ortodoxos consideran que bañarse en las aguas del Ganges realmente te purifica de tus pecados. Ramakrisna, un gran místico hindú de finales del siglo XIX diría: « Sí, es cierto que cuando os sumergís en el sagrado Ganges os purificáis. Cuando os sumergís en el agua, vuestros pecados adquieren la forma de cuervos y se posan en los árboles cercanos; pero cuando salís de ella, los cuervos desaparecen y vuestros pecados regresan a vosotros de nuevo«.
Algo parecido ocurre con los retiros espirituales. Cuando uno participa en un retiro se siente purificado, renovado, con las pilas puestas. Pero el retiro termina y volvemos a la vida diaria y recaemos en los mismos viejos hábitos de siempre. Aparecen las mismas envidias, cabreos, rumiaciones… En un par de días parece que las pilas se han acabado. Es algo así como una depresión postvacacional en pequeñito.
Y es que en muchas ocasiones suponemos que los retiros pueden marcar un antes y un después. Pensar que los cambios se pueden producir de manera drástica suele ser poco realista. Si bien puede haber situaciones en las que tengamos un insight poderoso que cambie nuestra manera de percibir el mundo, el cambio estable está sostenido por un trabajo continuado en el día a día. En los retiros podemos experimentar estados singulares de comunión, de paz con uno mismo, de comprensión con el resto de los miembros del retiro, pero no debemos olvidar que son estados, no rasgos.
Cuando volvemos al día a día, los cuervos de nuestros hábitos adquiridos a lo largo de los años vuelven a posarse sobre nosotros. Esos hábitos tienen la inercia de años y van a resistirse a abandonarnos. Como cuando visitamos un gimnasio, es importante mantener el hábito del ejercicio diario para mantener nuestra salud corporal. En la práctica de la meditación, es importante mantener un determinada rutina, aunque sean pocos minutos. Después, desde la serenidad de la meditación podremos ir desactivando lentamente nuestros hábitos y automatismos adquiridos.
Maharishi Ramakrishna fue una persona de poquísimas palabras, hasta el punto de desesperación de sus discípulos cercanos.
Dudo que hubiera dicho nada de eso. Namaste
¡Pues tienes toda la razón, Kokolimayas!
Recordaba esa mención a Ramakrishna en un libro de Sangharakshita y la escribí como pensaba que era. Sin embargo, gracias a tu comentario he ido a la fuente, y lo que hacía el autor era imaginar la respuesta que daría alguien tan sabio como Ramakrishna en una situación como esa, asi que te pido disculpas por la confusión.
Un abrazo y gracias por tu acertado comentario!