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Hablábamos en la anterior entrada sobre las prácticas de meditación que nos llevan a observar la realidad tal y como es, y de las consecuencias cognitivas que se pueden derivar de todo esto.

O dicho de otra forma; que con la meditación puedes ver que la gran mayoría de las cosas a las que prestamos atención son construcciones más o menos arbitrarias… incluidas las que juzgan tus comportamientos como buenos y malos.

BuddhaQuote by Hartwig HKD on flickr

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Es lo que tiene una herramienta tan potente como la meditación, que te permite bajar tantas barreras que puedes sentirte tentado de bajar también las barreras morales o éticas. Si todo está construido, ¿por qué no me tengo que preocupar de coger dinero de otros, o de acostarme con tantas personas como me apetezca, o de tomar drogas? La connotación de que estas conductas son «inmorales» no deja de ser una etiqueta construida de manera arbitraria, por lo que es fácil sentirse tentado de usar las sensaciones vividas en la meditación para saltarse las normas en función de lo que tú crees que es un elevado sentido espiritual y puede ser un simple interés egoista.

Efectivamente, podemos sentir y comprender que todo lo que existe esta construido, y que de hecho está construido por nuestra mente. Es, en cierta forma, una ilusión, un constructo. Pero al mismo tiempo, ese constructo o ilusión existe y te condiciona. Esa ilusión es real.

En la tradición budista explican esto con la diferencia entre las dos verdades, la verdad absoluta y la verdad relativa (o la realidad absoluta y la realidad relativa).

La verdad absoluta, la realidad ultima es que todo cuanto existe en el mundo es una invención nuestra, una construcción. Pero la verdad relativa es que todo cuanto experimentamos es real aunque sea construido y por tanto nos afecta. Es una paradoja que el cine ha simulado bastante bien en innumerables películas de ciencia ficción. Por citar ese portento meditativo que es Matrix (la primera, claro), puedes estar inmerso en la ilusión de matrix, pero si te matan en dicha ilusión, también mueres en la «vida real«. O como en Origen (Inception) donde si estás inmerso en un sueño muy profundo, por mucho que sea una ensoñación, si te matan o te mueres, ahí te quedas.

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Las leyes existen en la verdad relativa y por tanto nos aplican. El sufrimiento, el apego, la ignorancia, la felicidad, la alegría, el hambre o la sed existen en el mundo relativo, pero por mucho que sean una construcción de nuestro cerebro, nos afectan y condicionan en este mundo.

El hecho de que hayas tenido un vislumbre de la verdad absoluta no te hace inmune a los condicionantes de la realidad. Aunque comprendas cómo es el mundo, tienes que vivir en él. Puedes intentar mantenerte en ese estado de conocimiento de lo absoluto de manera continua, pero es más que probable que lo que hay detrás de esto sea un impulso nacido de un apego, una aversión o una ignorancia. Decía ese genio de Jack Kornfield que después del éxtasis, la colada, que no deja de ser un trasunto de la metáfora zen de «volver a la plaza del mercado»

Las consecuencias de nuestras acciones se producirán invariablemente en el mundo relativo. Por tanto podemos tomar dos tipos de decisiones, dos tipos de acciones: aquellas que producen consecuencias que incrementan sufrimiento o aquellas que producen consecuencias que disminuyen el sufrimiento.

Esto es la ética de la meditación. Y es lo que modula que no caigamos en el McMindfulness.

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