Seleccionar página

El documental de Netflix Wild Wild Country explora con detalle (son cerca de 6 episodios de una hora cada uno) el viaje que realizan los seguidores de Bhagwan Shree Rajneesh desde su ashram en la India hasta un emplazamiento en mitad de Estados Unidos. Un ashram es una comunidad de practicantes de una religión, que viven y aprenden juntos. Los seguidores de Bhagwan utilizan este término en el documental para hablar de su comunidad en la india, aunque la idea de su líder iba más allá.

Bhagwan quería fundar un hombre nuevo, una mezcla del materialismo occidental y la espiritualidad oriental. Tal y como narra en el documental, considera equivocada la ética espiritual tradicional que promueve el desapego de las riquezas materiales y de los placeres sensoriales. También considera que un enfoque exclusivamente material y sensorial conduce a ese sentimiento de vacío y de desarraigo que tienen los occidentales. Lo que trata de hacer Bhagwan es aunar esos dos puntos de vista. Esto le otorga una fama particular, rompedora, en el mundo espiritual de la época. Habla de sexo, de riqueza y prosperidad material, e incluso muestra caros relojes, coches lujosos y no duda en crear un banco propio que administre los beneficios que aportan sus seguidores.

 

Durante los dos primeros episodios de la serie documental, se nos muestra al grupo de seguidores de Bhagwan, creciendo en número, popularidad y riqueza. También se muestra el traslado del ashram de la India hasta el estado norteamericano de Oregón y la fundación de una ciudad propia basada en los estándares éticos que promovía el Bhagwan. Estándares que hacían referencia a la armonía, la libertad y una “nueva era” de entendimiento y coexistencia con la naturaleza y entre la propia comunidad.

 

Sin embargo, con el paso del tiempo, las cosas se empiezan a torcer hasta que el “experimento de Rajneeshpuram” se convierte en una escalada de violencia, abusos y persecución que finaliza con una comunidad dividida, sus líderes huidos y/o encarcelados y con el cambio de nombre del líder espiritual de Bhagwan a Osho.

 

Como apuntaba en mi anterior entrada. La evolución de esta historia es una oportunidad excelente para reflexionar sobre el papel de la ética en la práctica espiritual. Hoy vivimos un resurgir de la meditación en la forma del mindfulness. Tenemos que ser conscientes de la ética en estas prácticas para evitar que se reproduzcan situaciones como las de entonces.

 

Si hablamos de ética, hablamos del sistema moral que rige el comportamiento del ser humano en una sociedad determinada. Qué cosas están bien y están mal. A primera vista, el sistema moral que promueve el Bhagwan no es “per se” negativo. Quizá rompedor o provocador, pero estamos hablando de armonía y de felicidad entre la gente, estamos hablando de una comunidad que construyo un pueblo de la nada, con hombres y mujeres trabajando codo con codo, de respeto a la naturaleza, de la unión de lo material y lo espiritual, de dejar atrás ataduras y convencionalismos sociales… esto no tiene por qué ser necesariamente malo. ¿Verdad?

 

Pues en cierto modo sí que lo es.

 

La ética del Bhagwan es maravillosa y llena de armonía, siempre y cuando vivas dentro de ella. Pero es una ética que entra en conflicto con el resto del mundo que le rodea. Cuando entras en la burbuja del ashram y vives la ética del ashram, todo es maravilloso, todo cobra sentido. Esa ética que propone Bhagwan funciona porque, al fin y al cabo, son las normas que todos sus integrantes deciden seguir. Pero esa burbuja, como todas las burbujas, tienen límites y fronteras que se tocan con otras burbujas desde donde se ven las cosas de otra forma.

 

Me resulta interesante el detonante de la emigración a Estados Unidos. ¿Por qué una comunidad próspera y floreciente, que atraía a muchísimos occidentales (y su dinero), decide moverse a Oregón? Según el documental, por el ataque de un fanático fundamentalista indio que trata de apuñalar a Bhagwan.

 

Cuando vives en tu burbuja y la burbuja de tu vecino es contraria a la tuya, se va a generar conflicto. Y el problema es que aunque quieras llevarte tu burbuja al mitad del desierto, sin nadie en millas a la redonda (que es en el fondo lo que hacen), seguirás estando dentro de una burbuja. Tarde o temprano, alguien con otros puntos de vista pasará cerca de tu burbuja y volverás a vivir el conflicto. Porque el problema no es vivir en la India o en Oregón, el problema es creerte que tu burbuja es la verdad absoluta y que el resto de burbujas están equivocadas.

 

El problema ético de la espiritualidad es ese. Tu práctica debería encaminarte a desarrollar unos comportamientos adaptativos para el mundo en el que vives, no generar una ética aislada del resto del mundo y considerar que es la verdad. En un momento del camino, los seguidores de Bhagwan tomaron demasiado en serio las enseñanzas de su gurú. Creyeron que las paredes de jabón de su burbuja eran más sólidas que las de las burbujas de los demás.

Al lado del terreno de Oregón que compraron los Rajneeshes, los ciudadanos de la ciudad de Antelope también vivían en una burbuja. Tenían sus creencias y su ética, y en un momento dado, ambas burbujas entraron en conflicto. Eran mundos totalmente diferentes en cuanto a los planteamientos que defendían, pero tenían en común una cosa: creían estar en posesión de la razón.

 

Los cursos básicos que imparto tratan de no identificarse con los pensamientos. Practicas meditación para no ser esclavo de tus creencias irracionales, para darte cuenta de que eres más que tus pensamientos. Luego haces una serie de prácticas parecidas con las emociones y el objetivo es el mismo: tratas de no identificarte con las emociones. Es en esa desidentificación donde ganas espacios para la libertad de decisión y de actuación. Descubres que tú no eres la tristeza, sino que eres aquel que está sintiendo tristeza en un momento determinado, y eso cambia toda la película.

 

Algo parecido ocurre con la ética, con eso que llamo mundo en la web de meditaminas: si te identificas con tu forma de ver el mundo, con tus ideas y valores, con cómo deberían ser las cosas, te estás creyendo una película equivocada. Esta es la parte más social de la práctica y tiene que ver precisamente con cómo lidiar con las burbujas de los demás. Has de saber que tú tienes tu propia burbuja, pero en el momento en que reconoces tu burbuja como tal, la cosa cambia. Igual que en la parte de pensamientos no meditas para no tener pensamientos; igual que en la parte de emociones no meditas para no tener emociones; en la parte ética no meditas para no tener una ética, sino para no identificarte con ella. Para saber que tu concepto de “bien” y “mal” son relativos, igual que los de tu vecino. Esto no significa que el concepto de bien esté vacío o no exista. Tu vecino y tú tenéis el mismo concepto teórico de bondad y maldad, pero lo expresáis de maneras diferentes. Lo “aplicáis”, por así decirlo, en lugares diferentes. Todos los seres humanos buscan el bien, la felicidad, etc. El problema viene al concretar ese concepto teórico de bondad o de felicidad al ejemplo concreto de tu día a día.

 

Esta parte de la práctica es muy sutil y requiere de un recorrido previo en la parte de la mente y del cuerpo. Al fin y al cabo, lo que vas a trabajar tiene que ver con tus creencias y con las emociones que se despiertan en el trato con los demás. Se trata de observar tus estándares éticos en el trato con los demás, en las relaciones sociales. No lo haces desde el punto de vista de la compasión o las emociones (que son prácticas que se ven en el apartado del cuerpo), sino que lo haces desde el punto de vista de las interacciones y/o los conflictos sociales: ¿Qué papel adoptas cuándo hay un conflicto con otro? ¿Adoptas un papel de padre protector, de niño rebelde o de adulto conciliador?

Pin It on Pinterest