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Esta semana he terminado de ver el último episodio del documental de Netflix Wild Wild Country. Me ha gustado tanto que haré una entrada específica para comentarlo (Gracias, Inés por descubrírmelo). Mientras tanto, recomiendo encarecidamente que lo veáis. No sólo la historia es fascinante, sino que está manufacturado de una forma muy bella. Los directores, los hermanos Way, han realizado un trabajo fantástico con la imagen, la música y el ritmo de la narración a lo largo de los 6 episodios que dura este documental seriado.

 

Wild wild country nos cuenta la historia de Osho, el de los libros espirituales que vemos en cualquier ciudad del mundo. Pues bien, antes de llamarse Osho, este señor respondía al nombre de Bhagwan Shree Rajneesh y era un prominente gurú espiritual de la india. Eran los años 70 y era la india, así que podéis imaginar la influencia de Bhagwan, no sólo para los propios hindúes, sino para el mundo hippie de la época.

 

El caso es que Bhagwan no era un gurú espiritual típico, como por ejemplo un Thich Nhat Hahn. El que hoy se conoce como Osho promovía un estilo de espiritualidad que no estuviera reñido con aspectos mundanos y materiales como la riqueza o el disfrute sensorial (léase sexo). Para Bhagwan, no había problemas en mezclar ambas cosas, quería romper las “cadenas” de las normas sociales establecidas, quería crear un ser humano nuevo en un mundo nuevo y en ese mundo nuevo no pasaría nada por llegar al dojo de meditación en uno de tus doce Rolls Royces (cosa que hacía)

 

Y la verdad es que esto no es algo muy novedoso. Lo de los gurús raritos, Quizá en el pasado reciente tenemos más ejemplos frescos de gurús espirituales que se muestran con un tono provocador ante lo establecido en mayor o menor grado (como un Krishnamurti o un Gurdjeff), pero también más atrás en el tiempo ha habido este tipo de figuras excéntricas que señalan la liberación a través de caminos… menos ortodoxos.

 

Uno de ellos es Ikkyu, un monje Zen iconoclasta, borracho y que le gustaba frecuentar casas de putas. El zen siempre ha tenido una vertiente rompedora, con métodos poco habituales en el mundo del budismo. Sin embargo, Ikkyu, que vivió en el siglo XV, llevó esta iconoclastia al límite. Era también un poeta, así que ha llegado hasta nosotros un puñado de poemas de tipo koan, que podéis consultar aquí, gracias a la traducción y recopilación de Aurelio Asiain. Si os interesa profundizar en su vida, el blog de Josep M. Campillo tiene una excelente entrada sobre el monje y su vida.

 

El monje libertino Ikkyu

Tanto en el caso de Ikkyu como en el de Osho, nos encontramos con personas que aunque hayan desarrollado un sabiduría espiritual, mantienen un comportamiento alejado de los cánones éticos habituales. Con Ikkyu no tenemos información de primera mano, pero lo que me encanta de Wild wild country es que durante todo el documental se observan las visiones de todos los personajes y ámbitos sociales incluidos en lo que ocurrió. Los directores entrevistan a miembros de la comunidad de Osho, a miembros de la comunidad local de estadounidenses que vivieron todo aquello y miembros del gobierno, representantes de esa “ética canónica”. Y también, acompañando a las entrevistas, están los documentos visuales: los fragmentos de las noticias locales de los sucesos (que además están deliciosamente insertados en un estilo vintage que queda muy chulo).

 

Si tenéis oportunidad, observad el documental y tratad de observar también lo que genera en vosotros. Para mi ha sido como una práctica de meditación en sí misma. Me ha puesto frente a mis propias creencias, sobre las reacciones que me surgían ante los diferentes protagonistas. Y me ha resultado muy interesante ver como esas reacciones y creencias iban evolucionando capítulo a capítulo, a medida que se desenvolvía la trama.

 

Dentro de Meditaminas, reservo un espacio para poder hablar sobre las meditaciones de la mente y sobre las meditaciones sobre el cuerpo y las emociones. Pero tan importante como esas dos partes es la parte del mundo. La parte de la ética, de la interpretación y la interacción con el mundo en que vivimos. Gracias a este documental, dentro de poco, escribiré una entrada (con spoilers) sobre este tercer apartado.

¡Hasta pronto!

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