Como explicaba en mi anterior entrada, hay dos componentes básicos en las emociones: uno inconsciente y otro consciente. La ciencia nos ha permitido desarrollar fármacos que influyen de manera muy precisa en la parte inconsciente. Tenemos pastillas como la fluoxetina (el Prozac) que actúan sobre esa parte inconsciente. Explicado de forma muy simple, lo que hacen este tipo de fármacos es bloquear las partes de nuestro cerebro que recogen la serotonina.
La serotonina es el neurotransmisor que está más íntimamente relacionado con el ánimo. Cuando nuestro sistema biológico la libera (por ejemplo cuando estamos viendo algo que nos gusta), nos sentimos mejor. Después de un tiempo, otras partes del cerebro recogen la serotonina liberada y el efecto se va pasando. Como el prozac impide que se recoja de forma natural, nos sentimos mejor.
Sin embargo, también hay una parte consciente en las emociones. Esa parte está relacionada con cómo percibimos e interpretamos el mundo. Explicado también de forma muy simple, si una persona ha vivido mucho tiempo en un entorno amenazante, esa persona se pondrá a la defensiva con mucha más facilidad. Percibirá cosas cotidianas como un peligro y desconfiará con facilidad.
¿Cómo encontrar el equilibrio?
Para trabajar con las emociones hay que hacerlo conociendo estos dos sistemas involucrados. También hay que saber qué grado de trabajo es necesario. Por usar una metáfora médica, necesitamos conocer si estamos ante un corte superficial o ante una herida profunda.
Para una persona que necesita un trabajo profundo con emociones, probablemente haya que trabajar a un nivel de terapia psicológica con la parte consciente. En estos casos, los fármacos complementan el trabajo con la parte inconsciente de las emociones. Se han registrado cambios notables en indicadores de dopaminas y serotoninas en aquellas personas que sufren un trastorno como la depresión o la ansiedad, por lo que se concluye que los fármacos correctamente administrados ayudan a equilibrar esta parte inconsciente y obtener más provecho de la terapia psicológica que les ayude a reconstruir sus creencias o conductas inadecuadas.
Pero el día a día está lleno de desafíos emocionales que no llegan a este grado de profundidad. Todos podemos sufrir por alguna situación sin que se requieran fármacos o terapia para seguir adelante. En esos casos, todos contamos con nuestros propios recursos para superar esas situaciones. Es aquí donde la divulgación en forma de cursos de formación, consejos de expertos o vídeos educativos juegan un papel importante.
Podemos desarrollar hábitos saludables que influyan en nuestros procesos inconscientes, como prácticar deporte con regularidad o consumir alimentos que potencien la síntesis de serotonina. Y también podemos realizar prácticas de mindfulness destinadas a reconocer y reajustar nuestras interpretaciones automáticas de las situaciones.Y es que la meditación no tiene por qué ser solamente una herramienta para relajarse. Puedes utilizar la meditación para relajarte y una vez que estás suficientemente sereno, puedes aprovechar ese mismo espacio de meditación para indagar sobre la situación que te generó esa emoción y aprender más sobre ti mismo.
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