Cuentan que una vez, el místico hindú Ramakhrisna fue preguntado sobre una antigua tradición india según la cual bañarse en el río Ganges te purifica de tus pecados. “Cuando te sumerges en las sagradas aguas del Ganges, tus pecados adoptan la forma de cuervos negros y abandonan tu cuerpo para ir a posarse en el árbol más próximo. Cuando sales del agua, los cuervos desaparecen y vuestros pecados regresan a ti de nuevo”
En fechas como estas, todos tenemos una agenda muy apretada, marcada por las celebraciones y por la tradición. Tenemos muchos actos sociales, como cenas con la familia, amigos y compañeros de trabajo. Regalos de navidad, viajes o celebraciones, rituales como los belenes, árboles, decoraciones, etc.
Como en tantas otras cosas en la vida, la actitud con la que vives estas fechas marcará la diferencia. Entregarse a las celebraciones de manera mecánica y rutinaria, “porque es lo que toca” es como la metáfora de Ramakrishna: esperamos que los rituales, el alcohol y la celebración sirvan para escapar de las preocupaciones que traemos con nosotros. Y como en el ejemplo, mientras dure la fiesta, los cuervos de nuestros problemas estarán apostados en el árbol más cercano, esperándonos.
Sin embargo, también hay otra forma de vivir las celebraciones, y está al alcance de nuestra mano. Se trata de disfrutarlas con conciencia plena, con apertura. La misma actitud que desarrollamos cuando estamos sentados practicando mindfulness es la actitud que nos sirve ahora para sumergirnos en el Ganges de las fiestas navideñas y vivirlas con plenitud. Disfruta de la gente con la que no siempre tienes la ocasión de reunirte y conversar. Conóceles, dedícales tu tiempo y tu atención con amabilidad, curiosidad y apertura. Prepara los regalos, las decoraciones y los menús navideños pensando en las personas a las que van dedicadas. Hazlo dedicando tu plena atención a eso que haces. Si la mente te trae agobios de lo que tienes que hacer en el futuro, o recuerdos de viejas heridas del pasado, respira y vuelve al presente.
En el fondo, cuando comienzas a practicar meditación y te sientas en una silla, también estás entrenando esa amabilidad, curiosidad y apertura para luego poder traerla a tu día a día. Estas semanas son un momento precioso para poder llevar la práctica a tu vida, para realizar unas actividades que nos sacan de lo cotidiano con un poco de compasión y un mucho de atención. Para recordar a ese niño que fuimos y traer de vuelta esa ilusión con la que vivíamos la Navidad.
No trates de escapar de tus cuervos, ponles una nariz roja de Rudolph y espumillón sobre las alas. Tú puedes actuar sobre tu felicidad, en Navidad y en tu vida, ¡adelante con ello!
¡Que paséis muy felices fiestas!
Y quizá entre evento y evento, entre regalo y regalo, encontremos un ratito para prestar atención plena a Dios en nuestro corazón.
Que tengas paz estos días.
Muy, muy, muy felices fiestas.
¡Asi es, silenciozen! Cuando prestamos atención ocurren cosas sorprendentes.
Un abrazo y felices fiestas